La causa principal que desencadenó el golpe de estado el sábado 13 de
junio de 1953, puente del Sagrado Corazón, fue la terquedad del presidente
conservador Laureano Gómez Castro quien se empeñaba en deponer
del cargo de general a Gustavo Rojas Pinilla con decisiones injustificadas y
que por tanto no fueron apoyadas ni ejecutadas por el presidente designado Roberto Urdaneta Arbeláez ni su ministro de guerra Lucio Pabón Núñez. Es probable que Gómez
considerara el liderazgo de Rojas y su acercamiento a Urdaneta como un peligro
al control del poder que todavía ejercía desde su convalecencia.
17 de abril de 1953:
El General Rojas elude un
intento de Laureano Gómez por separarlo del ejército. Laureano Gómez lo quería
ausentar del país enviándolo a Fráncfort como representante del gobierno en la
inauguración de la ruta Bogotá-Fráncfort; pero Rojas es informado de las dobles
intenciones de Laureano y antes de subirse al avión en el antiguo aeropuerto de
Techo, al sur Occidente de Bogotá, decide no viajar.
La lealtad de sus subalternos
que lo consideraban líder y jefe natural fue de crucial importancia para que
los hechos se siguieran desenvolviendo en beneficio del General.
22 de mayo de 1953:
El General Rojas convoca a un
banquete de gala en la Escuela
Militar de Cadetes, en Bogotá, en honor al presidente encargado Roberto Urdaneta y a la
que asistieron toda la plana mayor de las Fuerzas Armadas. En ella y con una
ceremonia Rojas le ofrece a Urdaneta el apoyo de toda la entidad castrense.
12 de junio de 1953:
Rojas Pinilla viaja a Melgar.
Había organizado previamente un plan de comunicación en caso de alguna emergencia
y previendo cualquier maniobra en su contra.
Laureano
Gómez le ordena a Urdaneta que destituya al General Rojas Pinilla pero Urdaneta se niega
argumentando que hasta tanto no se investigaran los hechos y reconocido a los
culpables, no haría ningún movimiento de personal
13 de junio de 1953 (sábado):
Hacia las 7 de la mañana Laureano Gómez le ordena
nuevamente a Urdaneta que destituya al General Rojas Pinilla pero Urdaneta se
niega y le dice que asuma nuevamente la presidencia y lo destituya él mismo.
Así lo hizo Laureano Gómez quien convoca a un Consejo Extraordinario de Ministros.
Temprano en la mañana Laureano Gómez deja su lugar
de convalecencia y se dirige al Palacio de la Carrera, hoy Palacio
de Nariño, reúne a los ministros, reasume el poder y retira del cargo a Roberto
Urdaneta. Lucio Pabón Núñez, Ministro de Guerra, se rehúsa a firmar el decreto
para destituir al General Rojas Pinilla, procede a renunciar y se retira de la
reunión.
Laureano Gómez nombra a Jorge
Leyva como Ministro de Guerra y lo encarga de elaborar y firmar el decreto de
destitución. Nombra además al general Régulo Gaitán como comandante general y
se retira con rumbo desconocido.
Después del medio día el Secretario General del
Ministerio de Guerra , Coronel José Manuel Agudelo, recibe en su despacho a los
recién nombrados Jorge Leyva y Régulo Gaitán y otros oficiales en su despacho y
se comunica con todos los mandos de la brigada para informarle de los hechos,
lo mismo que con varios personajes políticos incluyendo a Ospina Pérez. Jorge
Leyva decide aceptar el consejo de Agudelo de hacerse reconocer de las tropas
haciendo un recorrido por los comandos de sur a norte, y salen del Capitolio,
donde para la época allí funcionaba el Ministerio de Guerra.
Cerca de las 4 de la tarde Rojas llega al Batallón
Caldas coincidiendo con una llamada que Jorge Leyva le estaba haciendo a Navas
para que lo reconociera como el nuevo Ministro de Guerra.
En algún momento de estos
había aparecido también en el Batallón Caldas doña Berta
Hernández de Ospina, esposa del ex presidente Mariano Ospina Pérez, con quien Rojas tuvo una
cordial conversación y quien parece haberle proporcionado su apoyo e informado
también del apoyo Liberal, para remover del gobierno a Laureano Gómez.
Hacia esa hora llama también
el coronel Manuel Agudelo para informarle a Rojas las acciones que había
realizado hasta ese momento y recibe la orden de unirse a la toma del Palacio.
Sabiendo que Jorge Leyva y su
comitiva llegarían al Batallón Caldas y que ellos aún no sabían que allí se
encontraba Rojas, decidieron esperarlos.. Para evitar sospechas los recibieron
con los honores correspondientes, pero una vez entraron al casino y haber
encontrado sorpresivamente a Rojas le informó que Leyva y Gaitán quedaban
detenidos al igual que Ospina Rodríguez y Hollman. De inmediato se comunicó por
radio a todas las guarniciones que a partir de ese momento recibirían órdenes
solamente del General Rojas Pinilla.
Hacia las 6:30 Rojas llega al Palacio Presidencial
de la Carrera. Momentos después manda llamar de urgencia a Roberto Urdaneta
Albeláez pues su plan en ese momento era pedirle a Urdaneta que se tomara el
poder y que él, Rojas, lo apoyaría. Urdaneta, a pesar de que en ese momento
estaba dormido y con fiebre de 40 grados debido a una fuerte gripe, fue
despertado y se presentó a discutir la situación con Rojas y su comitiva. Le
fueron presentadas varias alternativas para que permaneciera en el poder pero
las rechazó diciendo “Si en la mañana me negué a aceptar una imposición, ahora
me niego a aceptar otra”, pues seguía considerando a Laureano Gómez como el
presidente legítimo y se rehusaba a asumir el cargo hasta tanto él no
renunciara.
Ante la negativa de Urdaneta,
Rojas ordenó la búsqueda de Laureano Gómez, el cual se hallaba escondido en la
casa de uno de sus amigos, para pedirle que renunciara al gobierno de forma que
Urdaneta pudiera gobernar legítimamente. Luis Ignacio Andrade que sabía donde
se encontraba fue enviando para traer la renuncia, sin embargo al regresar
informó a Rojas que “Laureano dice que antes de firmar la renuncia para que
siga gobernando Urdaneta, prefiere que usted se haga cargo del gobierno”. Según
Rojas, fue él mismo el que se dio el golpe al decir esto.
Urdaneta se retira a su
habitación y al quedar solo con su comitiva que lo había preparado todo
empezaron a animarlo para que tomara el poder.
Hacia las 10 de la noche Rojas asume definitivamente
el poder y hace la alocución radial en la que dice su frase célebre “No más
sangre, no más depredaciones en nombre de ningún partido político, paz,
justicia y libertad.”, frase que fue bien recibida por la mayoría de los
colombianos que habían estado sufriendo una sangrienta violencia partidista que
se había acentuado desde la muerte del líder político Liberal Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948.
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