El gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla terminó el 10 de mayo de 1957, cuando se vio obligado a entregar el poder a una Junta Militar compuesta por los mayores generales Gabriel París y Deogracias Fonseca, el contraalmirante Rubén Piedrahita y los brigadieres generales Rafael Navas Pardo y Luis E. Ordóñez.
Los estudiantes,
protagonistas del
10 de mayo, en fotos de Nereo López.
La crisis de la dictadura comenzó en 1956 con el
retiro del apoyo que le habían brindado los dirigentes de los dos partidos
tradicionales, debido al empeño del general Rojas por lograr cierta autonomía
tratando de crear una base social propia a través de la conformación de lo que
se llamó la Tercera Fuerza, es decir, un nuevo movimiento político que aspiraba
a colocarse por encima de las dos grandes colectividades partidistas
tradicionales.
La oposición al gobierno se hace intensa desde comienzos
de 1957 cuando Rojas Pinilla empieza a gestionar su reelección para el período
1958-1962 por una Asamblea Nacional Constituyente (ANAC) que anteriormente
había legitimado su gobierno y lo había elegido para el período 1954-1958.
Al malestar público agravado por la difícil
situación económica y estimulada por la Iglesia y los partidos se acrecentó con
ocasión del arresto domiciliario de Guillermo León Valencia, candidato del
llamado Frente Civil, el cual aglutinaba a los sectores opuestos al gobierno.
Los primeros en movilizarse fueron los estudiantes
universitarios que se declararon en huelga en los primeros días de mayo. El día
5, por iniciativa de sus directores, dejaron de circular los principales
diarios del país. El 6, los bancos cerraron sus puertas, desencadenando la
huelga general del comercio capitalino. El 7 de mayo se inicia la parálisis
industrial en Medellín y Bogotá. El 8 de mayo, el paro económico se extiende a
Cali y parcialmente a Barranquilla, Manizales y otras ciudades. Mientras el
gobierno anunciaba sanciones a los bancos, hubo manifestaciones de estudiantes
y de señoras enlutadas en Bogotá, Popayán, Palmira y Buenaventura. El día 9,
los víveres escaseaban en la capital, se desarrollaron nuevas manifestaciones
en Cali y Bogotá y se conocía la condena del cardenal Crisanto Luque al
régimen, por "asesinato, por profanación sacrílega de las iglesias y por
faltar a la promesa de no buscar la reelección".
En la noche de ese día los altos mandos militares y
los dirigentes del Frente Civil comenzaron a decidir la suerte del general
Rojas. A las tres y media de la madrugada del 10 de mayo se llegó al acuerdo
final: renuncia del general, designación de una Junta Militar, constitución de
un gabinete paritario, liquidación de la Asamblea Nacional Constituyente,
convocatoria a elecciones y compromiso conjunto de retorno a la normalidad. Una
hora después, y antes del anuncio oficial, comenzaron las celebraciones
desbordantes en los principales centros urbanos del país; sin embargo, algunas
de ellas no terminaron pacíficamente, debido a los ataques contra edificios
públicos y contra miembros del depuesto gobierno.
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