BIOGRAFIA




Nació en Tunja el 12 de marzo de 1900 fue un militar, ingeniero civil y político colombiano. Nacido en un hogar modesto y religioso, forjado en el ambiente de tensiones y carencias de comienzos del siglo pasado, Rojas fue un hombre de empuje. Hijo de Julio Rojas Jiménez y de doña Hermencia Pinilla Suárez, fueron sus hermanos: Julio César, Carlos Arturo, Ana Elvira, María y Margarita María. Pasó sus primeros años en Tunja y Villa de Leiva, y en una propiedad rural en Arcabuco. Hizo sus primeros estudios en Tunja, en el Colegio de las Hermanas de la Presentación, y los secundarios en la Escuela Normal de Varones de Tunja, a los 15 años ya era un normalista, a los 17 un bachiller con amplias aspiraciones superior; sus compañeros lo llamaban cariñosamente "Tatayo". 'Esta formación pedagógica fue muy importante en su vida, pues en sus discursos presidenciales y políticos siempre se expresó en forma didáctica, por lo cual sus ideas fueron captadas fácilmente por el pueblo. Entre 1916 y 1917 hizo los estudios complementarios de bachillerato en el Colegio de Boyacá, donde recibió el diploma de bachiller en ciencias. Gustavo Rojas Pinilla realizó una brillante carrera militar, que inició cuando se vinculó  a los 18 como cadete en la Escuela Militar de Bogotá.
Varios factores le hicieron abandonar  muy temprano sus estudios universitarios: primero la epidemia de gripa de 1918, causante de varias muertes. De regreso a Tunja , a los pocos meses murió su padre y la familia entro en dificultades económicas. Se graduó de Teniente en 1923 en Manizales y al año siguiente se retiro voluntariamente del servicio activo para viajar a los Estados Unidos a estudiar ingeniería civil.
Se matriculo en el Three State Collage de Indiana, después de trabajar en Nueva York en factorías de calzado y electrodomésticos, donde se hizo al dinero para costear sus estudios. Con la intensidad de horarios (de 7 de la mañana a 6 de la tarde) , mas la homologación de las materias del año cursado en Bogotá, termino en más corto tiempo y se graduó como ingeniero civil en 1927, después de financiarse otro tiempo trabajando como obrero en la Ford en Detroit. Su tesis Trabajo y Construcción de Carreteras y Campos de Aterrizaje. Se hizo experto en carreteras y aeródromos, diplomado Estado Mayor, miembro número Sociedad Colombiana de Ingenieros. Fue el ingeniero principal en las carreteras Socha-Támara durante los años 1928-1929, Vélez-Chipatá en 1930, Carare entre 1931 y 1932.
Contrajo matrimonio en mayo de 1930 con Carola Correa y viajo con su esposa a Vélez, a la finca Las Flores donde se radicaron por un tiempo. Allí nacieron Gustavo Emilio, María Eugenia y Carlos. Finalmente muere el 17 de enero de 1975.

Su carrera militar 

Inició su carrera militar en la Escuela Militar de Cadetes de Bogotá en 1917, sobresalió desde un comienzo, llevándolo a ocupar los cargos de privilegio de la organización militar, su carrera militar estuvo colmada de éxitos ascendió por medio de los cursos de ley y mediante los siguientes decretos
Ascendido como cadete de la Escuela Militar pasó los estudios reglamentarios y fue ascendido a Subteniente y continúo con su carrera así:
- Teniente Decreto N° 1666 de 1923
- Retiro Decreto N° 1109 de 1924 
- Capitán Decreto N° 91 de 1933 
- Mayor Decreto N° 270 de 1936 
- Teniente Coronel Decreto N° 63 de 1942 
- Coronel Decreto N° 1178 de 1946 
- General Decreto N° 3191 de 1949 
- Teniente General Decreto N° 2940 de 1952 
- General Jefe Supremo Decreto N° 3220 de 1953 
- Retiro Decreto N 0986 DE 1957

Cursos efectuados
Los reglamentarios para cada ascenso, tercer curso de Artillería Grupo Artillería N° 1 "Bogotá", Estado Mayor Escuela Superior de Guerra, Artillería Campo Blanding zona del Canal de Panamá. 

Condecoraciones

  •  Orden de Boyacá en el grado Gran Cruz Ordinaria
  • Cruz Militar Antonio Nariño
  • Mérito Militar José María Córdova en el grado Gran Oficial
  • Orden Naval Almirante Padilla grado Gran Oficial
  • Cruz Mérito Aeronáutico Antonio Ricaurte grado Gran Cruz
  • Medalla Militar Francisco Jose de Caldas
  • Categoría al Mérito, servicios distinguidos en Orden Público, Medalla 20 y 25 años de Servicio,
  • Orden Estrella Policía grado Gran Estrella Cívica Extraordinaria.





  Este fue el avion presidencial de Gustavo Rojas Pinilla y se encuentra en el museo militar.


ANTECEDENTES


La violencia bipartidista que se desató después de la muerte de Gaitán se fue agudizando y contribuyendo a la formación de guerrillas liberales y comunistas. Los dirigentes del Partido Liberal, que desde el mandato de Mariano Ospina Pérez se habían retirado del gobierno, no participaban en las elecciones para el Congreso, ni en las elecciones para la Presidencia, y no quisieron tomar el cupo mínimo de sillas que tenían en el cuerpo legislativo. Se habían sentido sin garantías para lograr la participación que deseaban. De esta forma Laureano Gómez ganó las elecciones presidenciales con solo 14 votos en contra. Con la muerte del representante Gustavo Jiménez y las heridas al ministro Jorge Soto en un tiroteo en el Congreso en septiembre de 1949, el presidente Ospina declaró turbado el orden público, teniendo que clausurar el Congreso.
El partido conservador se encontraba dividido entre los seguidores de Laureano y los seguidores de la familia Ospina. Los Ospina no estaban contentos con la labor de Laureano y menos con los poderes autoritarios que estaba adquiriendo; en particular el ex presidente Mariano Ospina Pérez había buscado una alianza con el ejército a través de Rojas Pinilla. Más tarde apoyarían el golpe con la vocería de doña Berta Hernández de Ospina. Entre los que apoyaron el golpe estaban los políticos Gilberto Alzate Avendaño y Lucio Pabón Núñez. Es por esto que el ex presidente Darío Echandía calificó el golpe militar de Rojas como un "golpe de opinión".
Laureano Gómez había permanecido ausente del palacio presidencial por razones de salud, no gobernaba enteramente, sino que ejercía parcialmente el control del gobierno recibiendo y enviando razones a Roberto Urdaneta que lo reemplazaba en calidad de primer designado.
Todos estos fueron factores que contribuyeron a preparar el terreno para la aceptación del golpe de estado de 1953 como un acontecimiento deseable.



CRONOLOGÍA DEL GOLPE DE ESTADO


La causa principal que desencadenó el golpe de estado el sábado 13 de junio de 1953, puente del Sagrado Corazón, fue la terquedad del presidente conservador Laureano Gómez Castro quien se empeñaba en deponer del cargo de general a Gustavo Rojas Pinilla con decisiones injustificadas y que por tanto no fueron apoyadas ni ejecutadas por el presidente designado Roberto Urdaneta Arbeláez ni su ministro de guerra Lucio Pabón Núñez. Es probable que Gómez considerara el liderazgo de Rojas y su acercamiento a Urdaneta como un peligro al control del poder que todavía ejercía desde su convalecencia.


17 de abril de 1953:
El General Rojas elude un intento de Laureano Gómez por separarlo del ejército. Laureano Gómez lo quería ausentar del país enviándolo a Fráncfort como representante del gobierno en la inauguración de la ruta Bogotá-Fráncfort; pero Rojas es informado de las dobles intenciones de Laureano y antes de subirse al avión en el antiguo aeropuerto de Techo, al sur Occidente de Bogotá, decide no viajar.
La lealtad de sus subalternos que lo consideraban líder y jefe natural fue de crucial importancia para que los hechos se siguieran desenvolviendo en beneficio del General.
22 de mayo de 1953:
El General Rojas convoca a un banquete de gala en la Escuela Militar de Cadetes, en Bogotá, en honor al presidente encargado Roberto Urdaneta y a la que asistieron toda la plana mayor de las Fuerzas Armadas. En ella y con una ceremonia Rojas le ofrece a Urdaneta el apoyo de toda la entidad castrense.

12 de junio de 1953:
Rojas Pinilla viaja a Melgar. Había organizado previamente un plan de comunicación en caso de alguna emergencia y previendo cualquier maniobra en su contra.
Laureano Gómez le ordena a Urdaneta que destituya al General Rojas Pinilla pero                      Urdaneta se niega argumentando que hasta tanto no se investigaran los hechos y reconocido a los culpables, no haría ningún movimiento de personal
13 de junio de 1953 (sábado):
Hacia las 7 de la mañana Laureano Gómez le ordena nuevamente a Urdaneta que destituya al General Rojas Pinilla pero Urdaneta se niega y le dice que asuma nuevamente la presidencia y lo destituya él mismo. Así lo hizo Laureano Gómez quien convoca a un Consejo Extraordinario de Ministros.

Temprano en la mañana Laureano Gómez deja su lugar de convalecencia y se dirige al Palacio de la Carrera, hoy Palacio de Nariño, reúne a los ministros, reasume el poder y retira del cargo a Roberto Urdaneta. Lucio Pabón Núñez, Ministro de Guerra, se rehúsa a firmar el decreto para destituir al General Rojas Pinilla, procede a renunciar y se retira de la reunión.

Laureano Gómez nombra a Jorge Leyva como Ministro de Guerra y lo encarga de elaborar y firmar el decreto de destitución. Nombra además al general Régulo Gaitán como comandante general y se retira con rumbo desconocido.
Después del medio día el Secretario General del Ministerio de Guerra , Coronel José Manuel Agudelo, recibe en su despacho a los recién nombrados Jorge Leyva y Régulo Gaitán y otros oficiales en su despacho y se comunica con todos los mandos de la brigada para informarle de los hechos, lo mismo que con varios personajes políticos incluyendo a Ospina Pérez. Jorge Leyva decide aceptar el consejo de Agudelo de hacerse reconocer de las tropas haciendo un recorrido por los comandos de sur a norte, y salen del Capitolio, donde para la época allí funcionaba el Ministerio de Guerra.

Cerca de las 4 de la tarde Rojas llega al Batallón Caldas coincidiendo con una llamada que Jorge Leyva le estaba haciendo a Navas para que lo reconociera como el nuevo Ministro de Guerra.
En algún momento de estos había aparecido también en el Batallón Caldas doña Berta Hernández de Ospina, esposa del ex presidente Mariano Ospina Pérez, con quien Rojas tuvo una cordial conversación y quien parece haberle proporcionado su apoyo e informado también del apoyo Liberal, para remover del gobierno a Laureano Gómez.

Hacia esa hora llama también el coronel Manuel Agudelo para informarle a Rojas las acciones que había realizado hasta ese momento y recibe la orden de unirse a la toma del Palacio.

Sabiendo que Jorge Leyva y su comitiva llegarían al Batallón Caldas y que ellos aún no sabían que allí se encontraba Rojas, decidieron esperarlos.. Para evitar sospechas los recibieron con los honores correspondientes, pero una vez entraron al casino y haber encontrado sorpresivamente a Rojas le informó que Leyva y Gaitán quedaban detenidos al igual que Ospina Rodríguez y Hollman. De inmediato se comunicó por radio a todas las guarniciones que a partir de ese momento recibirían órdenes solamente del General Rojas Pinilla.

Hacia las 6:30 Rojas llega al Palacio Presidencial de la Carrera. Momentos después manda llamar de urgencia a Roberto Urdaneta Albeláez pues su plan en ese momento era pedirle a Urdaneta que se tomara el poder y que él, Rojas, lo apoyaría. Urdaneta, a pesar de que en ese momento estaba dormido y con fiebre de 40 grados debido a una fuerte gripe, fue despertado y se presentó a discutir la situación con Rojas y su comitiva. Le fueron presentadas varias alternativas para que permaneciera en el poder pero las rechazó diciendo “Si en la mañana me negué a aceptar una imposición, ahora me niego a aceptar otra”, pues seguía considerando a Laureano Gómez como el presidente legítimo y se rehusaba a asumir el cargo hasta tanto él no renunciara.

Ante la negativa de Urdaneta, Rojas ordenó la búsqueda de Laureano Gómez, el cual se hallaba escondido en la casa de uno de sus amigos, para pedirle que renunciara al gobierno de forma que Urdaneta pudiera gobernar legítimamente. Luis Ignacio Andrade que sabía donde se encontraba fue enviando para traer la renuncia, sin embargo al regresar informó a Rojas que “Laureano dice que antes de firmar la renuncia para que siga gobernando Urdaneta, prefiere que usted se haga cargo del gobierno”. Según Rojas, fue él mismo el que se dio el golpe al decir esto.
Urdaneta se retira a su habitación y al quedar solo con su comitiva que lo había preparado todo empezaron a animarlo para que tomara el poder.

Hacia las 10 de la noche Rojas asume definitivamente el poder y hace la alocución radial en la que dice su frase célebre “No más sangre, no más depredaciones en nombre de ningún partido político, paz, justicia y libertad.”, frase que fue bien recibida por la mayoría de los colombianos que habían estado sufriendo una sangrienta violencia partidista que se había acentuado desde la muerte del líder político Liberal Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948.

LOGROS DE SU GOBIERNO


La primera tarea del gobierno del General Rojas Pinilla fue encontrar el camino para terminar el conflicto entre partidos y el de guerrillas, por esto el gobierno decreta la amnistía para los guerrilleros a quienes se dio tratamiento político y no los denomino mas bandoleros como lo hacia el anterior gobierno.
En regiones como los llanos, Antioquia y Tolima, miles de campesinos depusieron las armas y se reintegraron a la vida civil.
El presidente de la Republica se puso personalmente al frente del proceso concentro la mayor responsabilidad en el estado mayor general de las fuerzas militares que presidia el mismo. Se crearon unas condiciones con unos ofrecimientos para que la rendición y entrega de las armas pudieran tener un carácter rápido y seguro. Se ofrecieron garantías para todos los que quisieran optar por la formula de la paz, se hizo un plan de restitución de las gentes desplazadas a los campos y poblaciones. La creación del Comité Nacional de Socorro, que contaba con amplios recursos, mostro la intención inmediata de resolver el diferendo bélico.
Podría decirse que un primer intento de atender a las tropas dentro de los procesos de desmovilización, se da con la entrega de la guerrilla liberal durante el gobierno militar del General Rojas Pinilla, en que se trata con una especie de programa de apoyo a los desmovilizados. Pero igualmente los jefes guerrilleros liberales estuvieron pendientes de la suerte de sus tropas. Esto decía Rafael Rangel, el jefe guerrillero liberal del Magdalena Medio en su discurso el día de su desmovilización: “Pido protección, apoyo moral y económico para el personal que hoy entrego en vista del ofrecimiento generoso del gobierno, de cual usted en estos momentos su agente”.
  •  Se interesó por hacer reformas sociales y por el desarrollo económico, bajo una política de orden. El presidente Rojas adoptó una línea política reformista, en la cual, a la vez que mantenía un estrecha alianza con el Ejército y la Iglesia, estimulaba reformas sociales en beneficio de los sectores de bajos recursos
  •   Así mismo, buscó el fortalecimiento del Estado colombiano basado en la doctrina social de la Iglesia católica y en el ideario del Libertador Simón Bolívar. Consideró que el nacionalismo y el patriotismo debían ser las fuerzas de cohesión del pueblo colombiano, anegado en violencia y crisis nacional
  • Según sus ideas, para garantizar el trabajo era necesario proteger el capital; por ello las relaciones entre capital y trabajo debían mantenerse y desarrollarse lejos de toda hostilidad y dentro del verdadero concepto de Patria. También era indispensable el fortalecimiento de la educación para las masas colombianas, en un pueblo con mayoría analfabeta. Por ello, Rojas fortaleció la educación popular práctica y tecnológica, la educación rural con nuevas tecnologías agrícolas y la cultura popular. Estimuló los programas de las Escuelas Radiofónicas de Sutatenza y la programación de la televisión educativa, que se inició en Colombia durante su administración. La cultura popular no debía estimularse con medios rudimentarios, sino aprovechando los medios tecnológicos más avanzados: la televisión, la radio, el teatro, la imprenta y todos los medios que llevan a la superación cultural.
  •  El 3 de agosto de 1954 Rojas fue reelegido para el período 1954-1958. El gobierno militar tuvo que afrontar, entonces, una segunda ola de violencia, que afectó profundamente al país con sus modalidades de venganza, bandidaje y sadismo.
  • Introdujo la televisión en el país. En 1954, al cumplirse el primer aniversario del gobierno militar.
  • Veló por los derechos Indígenas y su integración al Estado. Le dio a la comunidad Wayuu de Riohacha un acueducto.
  • Automatizó la telefonía urbana y rural para el fortalecimiento de las comunicaciones e impulsar la educación y la cultura.
  • Logro la despolitización de la Policía, agregándola al Ministerio de Guerra, como cuarto componente del Comando General de las Fuerzas Militares, mediante el decreto 1814 del 10 de julio de 1953.
  • Fortaleció la educación popular práctica y tecnológica, y la educación rural con nuevas tecnologías agrícolas.
  • Se propuso la creación de numerosas escuelas, colegios y universidades. Creó, organizó y dio especial apoyo a la Universidad Pedagógica de Colombia con sede en Tunja, elevando a esta categoría a la antigua Normal Superior Universitaria de Colombia
  • Creó el SENA (Servicio Nacional de Aprendizaje), el cual hasta el momento ha servido como instrumento invaluable para la educación de técnicos prácticos, la promoción de la producción y creación de microempresas.

Auspició la construcción de numerosas obras de infraestructura, entre ellas las siguientes: la terminación del ferrocarril del Atlántico; la pavimentación de la mayor parte de las carreteras troncales del país (como la carretera Bogotá-Chía); la construcción del Aeropuerto Internacional El Dorado y 18 aeropuertos más; la construcción de acueductos, alcantarillados, avenidas y numerosas obras de infraestructura en pueblos de distintas regiones colombianas. Bajo su mandato se terminó la represa hidroeléctrica de Lebrija y la nueva refinería de Barrancabermeja









CAÍDA DE SU GOBIERNO


 El gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla terminó el 10 de mayo de 1957, cuando se vio obligado a entregar el poder a una Junta Militar compuesta por los mayores generales Gabriel París y Deogracias Fonseca, el contraalmirante Rubén Piedrahita y los brigadieres generales Rafael Navas Pardo y Luis E. Ordóñez.




Los estudiantes, protagonistas del 
10 de mayo, en fotos de Nereo López.


La crisis de la dictadura comenzó en 1956 con el retiro del apoyo que le habían brindado los dirigentes de los dos partidos tradicionales, debido al empeño del general Rojas por lograr cierta autonomía tratando de crear una base social propia a través de la conformación de lo que se llamó la Tercera Fuerza, es decir, un nuevo movimiento político que aspiraba a colocarse por encima de las dos grandes colectividades partidistas tradicionales.

La oposición al gobierno se hace intensa desde comienzos de 1957 cuando Rojas Pinilla empieza a gestionar su reelección para el período 1958-1962 por una Asamblea Nacional Constituyente (ANAC) que anteriormente había legitimado su gobierno y lo había elegido para el período 1954-1958.

Al malestar público agravado por la difícil situación económica y estimulada por la Iglesia y los partidos se acrecentó con ocasión del arresto domiciliario de Guillermo León Valencia, candidato del llamado Frente Civil, el cual aglutinaba a los sectores opuestos al gobierno.
Los primeros en movilizarse fueron los estudiantes universitarios que se declararon en huelga en los primeros días de mayo. El día 5, por iniciativa de sus directores, dejaron de circular los principales diarios del país. El 6, los bancos cerraron sus puertas, desencadenando la huelga general del comercio capitalino. El 7 de mayo se inicia la parálisis industrial en Medellín y Bogotá. El 8 de mayo, el paro económico se extiende a Cali y parcialmente a Barranquilla, Manizales y otras ciudades. Mientras el gobierno anunciaba sanciones a los bancos, hubo manifestaciones de estudiantes y de señoras enlutadas en Bogotá, Popayán, Palmira y Buenaventura. El día 9, los víveres escaseaban en la capital, se desarrollaron nuevas manifestaciones en Cali y Bogotá y se conocía la condena del cardenal Crisanto Luque al régimen, por "asesinato, por profanación sacrílega de las iglesias y por faltar a la promesa de no buscar la reelección".
En la noche de ese día los altos mandos militares y los dirigentes del Frente Civil comenzaron a decidir la suerte del general Rojas. A las tres y media de la madrugada del 10 de mayo se llegó al acuerdo final: renuncia del general, designación de una Junta Militar, constitución de un gabinete paritario, liquidación de la Asamblea Nacional Constituyente, convocatoria a elecciones y compromiso conjunto de retorno a la normalidad. Una hora después, y antes del anuncio oficial, comenzaron las celebraciones desbordantes en los principales centros urbanos del país; sin embargo, algunas de ellas no terminaron pacíficamente, debido a los ataques contra edificios públicos y contra miembros del depuesto gobierno.




ENTREVISTA


Datos del entrevistado:

Capitan Juan Fernando Rodriguez
Historiador de la Universidad Industrial de Santander
Posgrado en Docencia en la Universidad Militar
Maestria en Historia Universidad de los Andes
Director del Museo Militar



PRENSA









“Siempre ha habido el peligro de que el fascismo que nosotros aplastamos en Italia y en Alemania, pruebe que tiene tantas cabezas como la hidra. Destruimos organizaciones; matamos, aprisionamos y castigamos a algunos hombres. Pero no matamos al fascismo, y parece muy probable que vamos a tener una impresionante prueba de ese hecho en Colombia”. The New York Times, 1950

Cómo empieza un "Golpe de opinión"
A las diez y media de la mañana del sábado 13 de junio de 1953 un fantasma se apeó del Cadillac presidencial en el palacio de La Carrera, y arrastrando las pesadas cadenas de una enfermedad agobiadora, y de la pena de una tragedia familiar recién ocurrida, entró en la casa de los presidentes de Colombia, de la que era inquilino titular, espantó a todos con su aparición repentina, incluido el inquilino Designado, y reasumió la Presidencia de la República, que había dejado dieciséis meses atrás obligado por sus achaques corporales.
El Presidente en receso, doctor Laureano Gómez, se dirigió a las habitaciones del Presidente en funciones, doctor Roberto Urdaneta Arbeláez, enfermo desde hacía cuatro días, y le comunicó que retomaba las riendas del Gobierno y que enseguida llamaría a calificar servicios al comandante de las Fuerzas Armadas, Teniente General Gustavo Rojas Pinilla. Urdaneta le dijo que eso podría precipitar un golpe de Estado, a lo cual replicó el doctor Gómez que, en guarda de su honor y del prestigio de su causa, no podía doblegarse ante las amenazas y que peor que el golpe de Estado sería aceptar la iniquidad para que no ocurriera. A continuación citó a un consejo de Ministros, que no tuvo desarrollo distinto al de recibir las renuncias del gabinete en pleno, pues habiendo sido nombrados por el Designado los Ministros consideraron su deber dejar al Presidente en libertad de confirmarlos o de cambiar el gabinete. Gómez mantuvo las renuncias en suspenso; pero a las tres de la tarde destituyó por decreto al Ministro de Guerra, Lucio Pabón Núñez, y encargó de ese despacho al Ministro de Obras Públicas, Jorge Leiva.


El Teniente General vacila
Al enterarse de que ya no era comandante de las Fuerzas Armadas, ni miembro del Ejército, el Teniente General Rojas Pinilla tomó la decisión de abandonar el país. Calibán recuerda que una semana antes había escrito en la Danza de las Horas sobre una anécdota de Marcel Habert. Un 14 de julio Habert vio desfilar al general Roguet, comandante de la guarnición de París, al frente de setenta mil soldados, y le gritó “Al Elíseo, mi general, a salvar la patria”. Roguet no se atrevió. El viernes doce de junio Calibán estaba pesimista. La anécdota de Habert “era una insinuación no velada a nuestro general [Rojas Pinilla] para que se atreviera a salvarnos. Pasaron los días y yo creí que no teníamos salvación”. Sin duda Rojas Pinilla, reacio como Roguet a comprometerse en un golpe de Estado, no entendió la insinuación. Sí la entendieron, en cambio, los doctores Ospina Pérez y Alzate Avendaño, y confiaron a Pabón Núñez la tarea de atajar al Teniente General y convencerlo de que la patria no se salvaba con generales que huían, sino con generales que actuaban en los momentos supremos. Los jefes conservadores sabían que sin Rojas Pinilla todo estaba perdido. Era el único militar con el prestigio suficiente para cohesionar las Fuerzas Armadas, que profesaban verdadera adoración por su comandante.
Cerca del aeropuerto de Techo Rojas Pinilla dio media vuelta y acompañado por altos oficiales regresó a la sede del Batallón Caldas, en Puente Aranda, donde el coronel Rafael Navas Pardo le ratificó la adhesión incondicional de las Fuerzas Armadas. Entonces el Teniente General ordenó el acuartelamiento inmediato de las guarniciones del país y asumió el mando de la totalidad de las fuerzas militares: el Ejército, la Aviación, la Marina y la Policía. Pasado el medio día se comunicó por teléfono con el Presidente encargado, Urdaneta Arbeláez, le informó de las disposiciones adoptadas y le manifestó que contaba con el respaldo de las Fuerzas Armadas si estaba dispuesto a continuar en el ejercicio de la Presidencia. Urdaneta, que tenía a su lado al doctor Gómez, le respondió que el Presidente titular no había renunciado y que en consecuencia el Designado no ocuparía un sillón que no estaba vacío. Rojas le insistió y Urdaneta le reiteró su rechazo una y otra vez. Pasarían varias horas antes de que el Teniente General decidiera marchar hacia palacio. “A mi me consta –dice el padre Félix Restrepo—y nos consta a la mayor parte de los colombianos, que el general Rojas Pinilla no quería encargarse del poder. Hizo repetidas instancias al Presidente Urdaneta para que continuara en su puesto. Ante las constantes negativas del Designado, y ante el mar de fondo que amenazaba ya con estallar en tormenta incontenible, Rojas Pinilla creyó que era su deber ponerse al timón, y la mayor parte de nuestros hombres ilustres, liberales y conservadores, creyeron también que ésta era la única salvación de la república en aquellas horas angustiosas”.


Interregno y cambio de mando
Roberto Urdaneta abandonó el Palacio hacia las dos y media, con rumbo desconocido. Después de firmar el decreto de destitución del Ministro de Guerra, también desapareció Laureano Gómez. El país quedó sin Gobierno –ni Presidente, ni Ministros—entre las tres de la tarde y las siete de la noche. A las cinco y treinta, Rojas Pinilla localizó a Luis Mejía Gómez, sobrino de Laureano, y por su conducto le mandó notificar al Presidente que, en vista de que había abandonado el cargo, sin renunciar, se veía obligado a asumir la Presidencia de la República. A las siete y diez minutos el Teniente General llegó al palacio de La Carrera, acompañado por Lucio Pabón Núñez y por una comisión numerosa de altos militares de las distintas armas. Lo recibieron, como a nuevo Presidente de Colombia, la ex primera dama Clemencia Holguín de Urdaneta, el ex ministro de Gobierno, Rafael Azuero Manchola, y los doctores Bernardo González Bernal, Luis Navarro Ospina y Gilberto Alzate Avendaño, entre otras personalidades del conservatismo antilaureanista. Minutos después llegaron a palacio el Directorio Nacional Conservador y su jefe el expresidente Mariano Ospina Pérez, con quien el Teniente General conferenció por más de media hora. A las diez de la noche la Radiodifusora Nacional les comunicó a los colombianos que el Teniente General Gustavo Rojas Pinilla era su nuevo Presidente. Al amanecer del domingo 14, un río humano impetuoso se precipitó por la carrera Séptima para aclamar al salvador, que junto con su hija María Eugenia hacían la V de la victoria desde los balcones del palacio de La Carrera, en el mejor estilo churchiliano.


Por qué se produce un "Golpe de opinión"
La versión de Laureano. ¿Por qué el Presidente Laureano Gómez decidió abandonar su lecho de enfermo --en el que yacía atribulado además por la pena irremediable de la muerte de su hijo Rafael, acaecida en un trágico accidente de aviación--, retomar una tarea que le exigía esfuerzos muy superiores a sus menguadas capacidades físicas y destituir de manera intempestiva al Comandante General de las Fuerzas Armadas y al Ministro de Guerra? En su interesantísimo libroDesde el exilio, el doctor Gómez atribuye el golpe del 13 de junio a una acción personal de Rojas Pinilla, colocado ante la disyuntiva de deponer a Laureano o enfrentarse a un juicio por negligencia cómplice en el asunto de las torturas infligidas por miembros del G2 del Ejército al industrial Felipe Echavarría. Una vez que estos hechos tenebrosos, que él ignoraba estuviesen ocurriendo, le fueron confirmados por boca de su hijo, el periodista Enrique Gómez Hurtado, el Presidente Gómez sintió la necesidad imperiosa de restablecer la justicia. Enrique Gómez cuenta en su magnífico relato, de impecable factura literaria, Un balcón sobre el abismo, que su padre lo comisionó para averiguar qué había de cierto en los rumores sobre las torturas a Echavarría. Enrique visitó a Echavarría en los calabozos del G2 y verificó cómo eran visibles las huellas de los golpes en el rostro y en el cuerpo del industrial, a quien sentaron sobre bloques de hielo con el propósito de obligarlo a confesarse jefe de una conspiración para asesinar a distinguidos conservadores y miembros del ejército, entre ellos el Teniente General Gustavo Rojas Pinilla, y delatar a sus cómplices. Incapaz de resistir la tortura y las quemaduras del hielo sobre su piel, Felipe Echavarría no sólo se confesó participe de la conspiración, sino que delató como cómplice a la plana mayor del Partido Liberal. En presencia de Enrique Gómez, y de un juez, Echavarría declaró que esa confesión se la habían arrancado por medio de la tortura y que se arrepentía de haber involucrado a los jefes y escritores liberales en un asunto en el que no tenían arte ni parte.
Enrique Gómez le describió a su padre con pelos y señales las torturas aplicadas a Echavarría. “Con justificada alarma –dice el Presidente Gómez—porque semejante atrocidad hubiera ocurrido en la capital de la República y en la vecindad inmediata del palacio presidencial, tuve ocasión de hablar en las primeras horas de la noche de la fecha de mis informaciones, con el ministro de guerra, señor Pabón. Estaba cierto de que reaccionaría a los estímulos de la pura doctrina, porque me era desconocido el abismo de su alma. Expúsele que la tortura repugnaba a nuestra conciencia y que aun en el supuesto de que el acusado era el más empedernido de los criminales no podía serle aplicada. Le agregué que los ministros eran los ojos del presidente, que su deber era adquirir un conocimiento directo de los hechos para formarse un criterio objetivo y transmitirlo al designado, quien estaba fuera de la ciudad; que la cobarde violencia ejercida sobre un preso, lejos de favorecer la investigación, la perjudicaba ciertamente; pero que, sobre todo, ni el Gobierno podía permitir la implantación oficial de esos procedimientos ni él podía ser el ministro de una Checa. Quedé persuadido de que mi justa solicitud sería atendida. Pero el Ministro no la cumplió. Supe luego que ni siquiera había visto al preso”. La indolencia del Ministro de Guerra indujo al Presidente a pedirle a su hijo que visitara a Echavarría con un juez como testigo de la entrevista. Los informes suministrados por Enrique Gómez a su padre fueron motivo suficiente para que el doctor Gómez le diera al designado Urdaneta diez horas de plazo para llamar a calificar servicios y abrirle un juicio al general Rojas Pinilla, a quien Gómez consideraba responsable de “la iniquidad” cometida contra Echavarría. Pasado el plazo de diez horas, Urdaneta no hizo nada de lo indicado por Gómez. “Entonces -–dice Laureano— vi cubierta de oprobio la república bajo el mando conservador. El liberalismo, contra cuyas injusticias protesté tantas veces, esta infamia no la había cometido. Si se la toleraba ahora, cuando el alto personal del gobierno conocía lo ocurrido, cuantos abusos, delitos y atropellos se habían cometido a sus espaldas recibían una tácita aprobación comprometiendo su responsabilidad ante los contemporáneos y la historia”. Laureano resolvió volver a la presidencia para salvar del oprobio a su partido; y en consecuencia de la destitución fulminante del general Rojas y del ministro Pabón, aquel habría dado el golpe del 13 de junio para eludir las responsabilidades que pudieran caberle en el torvo episodio de las torturas al industrial Felipe Echavarría.


"Hay que gobernar con la opinión pública"
La versión de los hechos. Al instalar, el 15 de junio, la Asamblea Nacional Constituyente, el presidente de facto Rojas Pinilla dijo que “determiné salvar a Colombia de la anarquía y comprometer todas mis fuerzas y mi honor de militar y caballero en la empresa de redimir a la patria, con la conciencia tranquila de haber hecho cuanto me fue humanamente posible para que esta situación [el golpe de Estado] no se produjera”. Cierto es que lo relatado por el presidente Gómez y por su hijo Enrique se ciñe a la verdad; pero resulta simplista creer que un hecho de tal trascendencia, como lo fue el 13 de junio de 1953, se produjo por motivos tan mezquinos como los que el doctor Gómez quiere atribuirle a la actitud del general Rojas Pinilla. Puede ser creíble que así como el presidente Gómez estaba en ayunas de los atropellos que se cometían “a poca distancia del palacio presidencial”, también lo estuviera el comandante de las Fuerzas Armadas. A veces los subalternos hacen cosas reprobables sin consultar con sus superiores, convencidos de contar con su aprobación. Y puede del mismo modo ser creíble que el Presidente, el Comandante de las Fuerzas Armadas, el Designado y el Ministro de Guerra, estuvieran al tanto de lo que ocurría y se hicieran los de la vista gorda mientras fuera conveniente. 
Quizá el doctor Laureano Gómez vivía en el mejor de los mundos posibles, convencido de que sus buenos planes de Gobierno, y varias realizaciones materiales de indiscutible excelencia, cobijaban la realidad política nacional. El doctor Gómez creía que la violencia en Colombia se había iniciado en 1930, cuando las ideas liberales gobernaron el país; sin embargo no fueron los gobiernos liberales los que se propusieron “hacer invivible la república”, como lo ofreció el jefe conservador Laureano Gómez cuando declaró oposición total al régimen liberal. Y vaya si cumplió con lo prometido. La violencia de tipo oficial comenzó en Colombia desde agosto de 1946, como podemos comprobarlo por las denuncias reiteradas de Gaitán, y después del 9 de abril, con el exilio de los jefes liberales, el desplazamiento de masas inmensas de campesinos liberales, la clausura dictatorial del Congreso, el encarcelamiento abusivo y la tortura contra intelectuales y miembros del partido liberal, como es el caso de León de Greiff, Álvaro García Herrera y Germán Zea; el asesinato continuo de liberales rasos como Vicente Echandía, Luis Jorge Cerón Bernal, Alejandro Stankoff Wilches y Enrique Rivera Forero, “perpetrado por la policía al pie de la estatua de San Martín, en el corazón mismo de la capital de la república”, o el incendio de los diarios liberales y de las casas de los jefes del partido liberal; muchos de estos atropellos se cometieron durante la presidencia del doctor Ospina Pérez, pero el doctor Gómez era funcionario de esa administración y nunca protestó contra ellos, ni los corrigió en su Gobierno ¿Ignoraba que estuvieran ocurriendo?. Pocos días antes del 13 de junio, el Comité de Socorro, presidido por monseñor Emilio de Brigard, santo varón, si los ha habido en Colombia, denunció que había 50. 000 refugiados (hoy se diría desplazados), “niños, mujeres y ancianos”, víctimas de la violencia en el territorio nacional, y que podrían ser muchos más. Sin desconocer que tanto el Presidente Ospina como el Presidente Gómez hicieron cosas notables en materia de obras públicas, hay que atribuir, sin injusticia, a sus gobiernos el origen de la violencia oficial, con o sin conocimiento de los mandatarios. Cualquiera que se tome el trabajo de rastrear la prensa nacional, desde el 7 de agosto de 1930 hasta el 7 de agosto de 1946, no podrá encontrar una sola noticia sobre desplazamiento de colombianos por causa de violencia, ni más hechos violentos que aislados e insólitos enfrentamientos motivados por las pasiones sectarias y el fanatismo irracional de ciudadanos liberales o de ciudadanos conservadores.
Las causas que produjeron el golpe del 13 de junio de 1953 fueron políticas y nacionales y obedecieron a un estado de cosas que estaba convirtiendo al país en un matadero, en una república muy parecida a los regímenes fascistas, como lo denuncia el New York Times en 1950: “Siempre ha habido el peligro de que el fascismo que nosotros aplastamos en Italia y en Alemania, pruebe que tiene tantas cabezas como la hidra. Destruimos organizaciones; matamos, aprisionamos y castigamos a algunos hombres. Pero no matamos al fascismo, y parece muy probable que vamos a tener una impresionante prueba de ese hecho en Colombia”. 
Por eso es explicable la explosión de alegría multitudinaria que sacudió las calles y las plazas de Colombia el 14 de junio. Los cientos de miles de colombianos que salieron a festejar “el golpe de opinión” dado por el Teniente General Rojas Pinilla, no celebraban que el nuevo presidente se hubiera salvado de un juicio por torturas a Felipe Echavarría, sino el hecho de haber salvado al país de una catástrofe inminente, que sólo el doctor Gómez y su círculo se negaban a ver.
Figuras distinguidas del liberalismo se reunieron en la noche del 14 de junio en casa del doctor José Joaquín Castro Martínez “con el fin de deliberar sobre los acontecimientos nacionales”. Allí estaban Luis López de Mesa, Darío Echandía, Luis Eduardo Nieto Caballero, Antonio Rocha, Rafael Parga Cortés, Moisés Prieto, Julio César Turbay Ayala, Álvaro Esguerra y Jaime Posada. Cuando redactaban el comunicado que iban a dirigir al país, notaron que los postulados doctrinarios liberales se ajustaban al concepto “que también precisó hoy con gran exactitud el Teniente General Rojas Pinilla en los siguientes términos: ‘Hay que gobernar con la opinión pública, porque la opinión pública y su respaldo es lo que salva al país’”. 

--“Eso es, dijo el doctor Darío Echandía, eso es lo que tenemos hoy en Colombia: un golpe de opinión”

RESEÑA


GUSTAVO ROJAS PINILLA


En la siguiente reseña tratamos de concluir lo que fue el periodo presidencial del General Gustavo rojas pinilla donde se dan a conocer los aspectos mas importantes que se desarrollaron durante su mandato donde se deja una marca en la historia  de nuestro país y lo que se produjo mediante el golpe de estado que ha sido llamado también un golpe de opinión.

El General RoJas Pinilla quien con su gran inteligencia reconstruyo a Colombia sacándola de la ruina moral social y de la violencia en que se hallaba es una de las personas mas importantes de la historia colombiana el cual cumplió una tarea muy significativa para nuestra nación.

En Colombia dejo obras de interés social para la comunidad  impulsando la modernización del país ,este gran personaje abrió el camino hacia el orden la justicia ,la disciplina , la paz y la justicia social donde  intento recuperar la paz  que era la prioridad en su ideario político aunque fue aborrecido por la clase política fue venerado por el pueblo.

Podemos concluir que el Presidente Gustavo Rojas Pinilla se interesó por ponerle un orden a este país que estaba lleno de tanta violencia,además ayudo al progreso de este  país dejándonos innumerables obras beneficiosas  para esta nación,seria uno de los pocos personajes que lucharon por un mejor país y por el crecimiento de este mismo , cosa que hoy en día ya a nadie le interesa ahora los políticos luchan por el poder dejando como ultima opción el bienestar del pueblo y lo único que le aportan al país es corrupción e injusticias.